
Escuchar una sonata, ópera, piano o las cuerdas de una guitarra en una cueva, bajo 50 metros de la tierra, tiene su premio. La sonoridad es espectacular, y el recuerdo de haber estado allí, muy especial.
Colera es un pueblo con mar, con fuertes vientos que estuvieron a punto de hacer encolerizar a una doncella. Tras dos días en Colera tuve la idea de hacer este blog, una web habitual donde plasmar mis ideas y compartirlas.
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