¿Habré hecho bien?

Porque a veces no sabemos si una cosa está bien o mal, os dejo esta canción para que os alegre el fin de semana.



Una vez le dije a una amiga que me había equivocado con X (ni recuerdo el asunto). Ella me hizo reflexionar: "Pero, Marta, ¿qué es equivocarse?", me dijo. "No te has equivocado. Ha sido tu acción, y como tuya buena es". Sí... Me animó bastante.

Además, ¿sabéis qué? Diariamente vamos eligiendo nuestro camino bastante bien. Mucho mejor de lo que pensamos.

Gloriosa

Soy culé, aunque no siga de forma aférrima los partidos de fútbol.

Soy culé porque mi familia me lo transmitió... la cosa suele ir así, ¿no?

También porque en la época en la que Guardiola era capitán y Cruyff, entrenador, me encantaba ver ese equipo. Además, a modo anecdótico, me hizo ilusión charlar con Stoitchov una vez que viajó en uno de los aviones de Iberia...

Y como soy periodista, en lo que sí fijo la atención es en cómo recogen la noticia los periódicos el día después del partido.

Las crónicas deportivas son, hoy por hoy, lo mejor de los diarios, en tanto a creatividad y emotividad. Aparte de originales. Al menos no contaminan de pesimismo e información negativa toda la prensa. Lo que sobre todo me agrada es la valoración con solo una palabra de la actividad o inactividad del jugador en el campo. Ésa sección nunca falta. Así Henry fue táctico, Milito, valioso, Mawell, tibio, Valdés, seguro, Ibrahimovic, efectivo, Touré, inestable...

Me quedo con esos adjetivos. Si tuviera que calificar mi actitud, hoy sería "gloriosa". ¡Me merezco -tras una larga jornada en que las cosas me han ido bastante bien- ese calificativo!

¡ARCO, adiós!

Dicen que ARCO ha dejado de ser una referencia. Pese a todo, la feria internacional de arte contemporáneo que se celebra anualmente en Madrid ha dejado un balance positivo en 2010. Ha vendido más.

En la última jornada, ayer, una cadena televisiva preguntaba a dos amigas mías si la obra que tenían frente a ellas la consideraban "arte". La respuesta de una de ellas fue que si estaba allí, debía ser por algo...!

Jamás entendí el arte. Aunque a veces se trate, simplemente, de no entenderlo. Un cuadro, una escultura, una representación de la realidad o del imaginario con tanto significado para unos y tan poco expresivo para otros.

Fervientemente, creo que al amor al arte solo puede llegarse a través de la transgresión, que nos llegue un sentimiento de que algo se nos desgarra por dentro, incluso que nos produzca rechazo o esperpento a la primera observación. Un choque entre el objeto y tú, que abra tu imaginación y te permita, también, ser creador...

Tus ganas de aprender

Cuando era una niña me enseñaron la suerte que tenía. Que pudiera saber tanto, leer lo que cayera en mis manos, aprender lo que otros muchos niños no iban a poder aprender nunca, aunque lo estuvieran deseando.

Hace un año, en Panajachel, Guatemala, observé la ilusión de muchos niños en la escuela. Allí cursaban solo primero y segundo, dos años de enseñanza. Un niño de segundo, que se sentía, por tanto, mayor, me explicó cuánto disfrutaba. Aunque de lo que más había aprendido era de la escuela de la vida... Trabajaba como guía turístico improvisado.

La crisis de la Educación

Volviendo a nuestro entorno, creo que aparte de la crisis económica hay otra aún más urgente. La de la Educación, que debe vencerse en un plazo determinado con nuevos proyectos de formación y potenciación de valores sociales.

Las Montañas Azules

Dice Patricia Schultz, la autora de 1.000 sitios que ver antes de morir, "deja de soñar y prepara ya la maleta". La escritora de viajes lleva parte de razón. Tenemos que actuar más, y un viaje será siempre un tesoro en nuestras vidas.

Uno de esos mil sitios, el que he escogido para 2díasenColera, es el conocidos como Montañas Azules (The Blue Mountains). Sí. Son azules porque sus bosques de eucaliptos dejan caer de sus árboles gotitas de aceite, microscópicas, y por la luz del sol crean esa bruma azul que caracteriza el paisaje.


Las Tres Hermanas, desde Echo Point.

Están a 120 kilómetros al oeste de Sidney. Cuando aquí comenzaba el otoño hace unos meses, y allí la primavera, visité aquellas lejanas montañas y sus cascadas. Fue un cambio en mi vida. Sentía, a pesar de su esplendor, echar de menos nuestras serraladas. Me sentía diferente. Sentía estar en un momento brillante, al que querría volver. Con todo, me sentía muy bien.

Llegué hasta allí con una línea de ferrocarril que lleva a la localidad de Katoomba, con una amiga australiana, que estuvo algunos años viviendo en Madrid y que amaba, como lo hacen tantos españoles, La Latina. Ella también quiere volver, algún día, a su otra punta del mundo.