Aplazando el placer

Voy hablar del carpe diem y de paradojas humanas.

Por primera vez, los investigadores en ciencias sociales han descubierto un defecto en la psique humana que, en principio, debería corregirse fácilmente, con la ayuda de uno mismo. Es el efecto de aplazar aquello que nos reporta placer y bienestar para disfrutarlo en un futuro, cuando lo recomendable y urgente es no dejar escapar el gozo del ahora.

Así es. Han pasado milenios hasta que psicólogos y economistas del comportamiento han analizado este extraño impulso de dejar para mañana lo que podría estar disfrutándose hoy. Según las encuestas que recoge The New York Times, cuando se le pide a la gente que prediga cuánto dinero y tiempo extra tendrá en el futuro, somos realistas al cuantificar nuestra economía y, sin embargo, esperamos que el tiempo libre sea lo suficientemente amplio como para abarcar cualquier cosa que nos estén proponiendo y más. ¡Qué raros somos!

En varios ejemplos: vemos que cuando no hay un plazo tope inmediato, dejaremos para más adelante esa visita que tenemos pendiente porque damos por hecho de que la semana que viene, o la siguiente, estaremos menos ocupados. Lo mismo: tardaremos en conocer nuestra ciudad, y al ser turista de otra la veremos en dos días. O en otro caso, es más probable que aceptemos un compromiso para el año que viene, como el de dar un discurso, algo que rechazaríamos si nos pidiesen que encontrásemos tiempo para ello el mes que viene. Aunque, llegado el momento, descubriremos que seguimos tan ocupados como siempre.

Es verdaderamente una forma extendida lo de postergar los momentos placenteros. Si no, solo hay que fijarse en las empresas que ahorran millones de euros cada año por vales de regalo que expiran.

¿Por qué lo hacemos?

Porque nos hace idealizar situaciones futuras y vivir de nuestros sueños. Muy tentativo, también.

Ponerse un plazo para disfrutar la vida o, mejor aún, actuar ya, y vivir este momento de forma plena puede ser un buen pensamiento para dejar de posponer los instantes felices, proponen los expertos.



Y ahora, voy a romper con todo lo anterior. Exacto. Soy de las que piensan que... si no fuera por el último minuto, nunca haríamos nada. Ésa ha sido un poco mi ley y añado también, ¿por qué no?, que ¡no me ha ido tan mal! Al menos, en algunas áreas. Aunque visto lo visto, a lo mejor es cuestión de ver nuestra capacidad versátil para pensar en disfrutar el mañana, pero también de hacerlo ahora mismo.

A sonreir y a disfrutar de cada minuto y de toda actividad que hagáis. Para mí, un placer escribir este post. Aunque ya estoy pensando de qué irá el siguiente, y que, quizás, me guste aún más.

No hay comentarios: