Vuelo

Nos demos cuenta o no, siempre hay un desencadenante que nos empuja a tomar decisiones. Por ejemplo, cuando elegimos una carrera universitaria o qué estudios vamos a llevar a cabo. En estos casos, sentimos vocación o interés, pero hay más que eso.

No voy a contar porqué me hice periodista, ésa es otra historia a la cual podría dedicar muchas otras líneas, sino porqué cursé parte de Literatura Comparada en el edificio histórico ubicado en Gran Via de les Corts, Barcelona.

No tendrá mucha fuerza, quizás, si digo que mi pasión por la literatura universal empezó con un poema de Miguel Hernández. Pero sí, sí. Así fue. Fue como un torbellino dentro de mí que me enseñó las bases de la escritura literaria y a forjar un estilo propio. Aunque mi gusto por probar de componer versos y relatos ya empezó a una edad temprana. Si pinchas aquí puedes ver un ejemplo que se publicó en la revista Aniram (IES La Llagosta), en 1998.

Este año es el centenario "Hernandiano 2010", y qué menos que dejar grabado en 2díasenColera unos de sus últimos versos, que el gran poeta español tituló "Vuelo".


Vuelo

Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto

que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante
todo cuanto quisiera remontarse vivo.

Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje, pero el amor,
abajo siempre, se desconsuela de no encontrar las alas
que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía sobre la piel
el cielo, bajo la piel el ave. Ser que te confundiste
con una alondra un día, te desplomaste otros
como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas

por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
El campo sigue desierto y mudo.

Cada ciudad, dormida, despierta loca,
exhala un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.


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